martes, 9 de mayo de 2017

Carlos Olvera habla sobre la obra de Fernando cano.

"VUL-CANO
O LA LIVIANDAD DEL METAL.

Por Carlos Olvera Avelar.

En su incansable búsqueda de materiales, así como de nuevas imágenes y temas, los escultores siguen proponiendo soluciones plásticas constructivamente bien resueltas. Tal es el caso de Fernando Cano. 

A lo largo de su generosa trayectoria hemos visto la verificación de sus certezas frente al metal en tan vasta escala, como para construir una verdadera escuela. Ello es por sí mismo un fenómeno originado y desarrollado en el Estado de México, con extendidas influencias en otros ámbitos geográficos.



Después de las enseñanzas de los maestros escultores de la generación anterior a Fernando Cano, mismos que en las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX prepararon el terreno para una renovación de la sensibilidad plástica. Cano se dio a la tarea de dar vida a una escultura que ha hecho propias las conquistas inherentes a la adopción del material que mayormente trabaja: el metal.
Cada año que pasa, comprobamos que Fernando Cano, utilizando con verdadera maestría metales sabiamente domeñados por el fuego, ha convertido esas láminas o férreos bloques -trozos del primigenio nacimiento ígneo del planeta- en aparentemente dóciles medios que plasman la visión e interpretación del escultor frente al mundo y sus personajes: en ocasiones, seres frágiles y alados que parecen flotar en el espacio: otras veces, descomunales animales plenos de vigor, que a pesar de sus dimensiones gozan de esa especie de impesantez que parece contradecir la densidad del material.

En las obras escultóricas de Cano aparecen protagónicamente elementos que constituyen núcleos formativos en torno a los cuales se articula la escultura, pueden ser unas alas o el detalle de un cuerpo; pero lo que constituye el aspecto más característico de sus creaciones es precisamente su inclinación por los elementos figurativos, antropomorfos o zoomorfos.

Fernando Cano trabaja y crea manejando una de las materias más densas del universo conocido, mismas que, paradójicamente parece adquirir ligereza gracias al conocimiento de la resistencia y la estabilidad, construyendo y estructurando con la "fuga creadora" de quien desea reproducirse a sí mismo al reproducirlo todo, como miembro único -pero hermanado- del género humano.

CARLOS OLVERA AVELAR"


"El carapálida, historias de un tal Vul-Cano"

El día 8 de mayo fue presentado el libro de narraciones de Fernando Cano: “El carapálida. Historias de un tal Vul-Cano”, en el aula magna del edificio de Rectoría de la UAEMex, con la presencia del rector Dr. Jorge Olvera. Unión Cívica Jiquipilco tuvo el agrado de ser testigo de esta presentación donde el artista muestra otra de sus facetas: la de escritor.

El escultor forjador de sueños, quien en estos relatos rememora su infancia con anécdotas plenas de ingenio, con una prosa que combina lo serio con el humor irreverente.

El libro narra las remembranzas de su infancia en el Oro, sus idas de pinta, las cucharadas de caramelo que escamoteaba a las monjas en la escuela y por lo cual recibía castigo. El cambio de residencia a la Ciudad de México donde pronto la familia sufrio penurias pues “el muerto y el arrimado a los tres días apestan”. La convivencia con los niños de su barrio, Fernando conocido como el güero en la colonia Portales demostró sus dotes para el trompo, las canicas, las tapas. Aparecen las anécdotas de los juegos, las coleadas en la escuela; juegos que hoy en día son poco conocidos y menos practicados por la niñez. Su aprendizaje de la plomería, el manejo de las herramientas y el amor por el fuego.

Sus inicios con un maestro escultor, del cual era gato, si bien gato de angora, hasta que adquiere equipo en el Monte de Piedad, lo que le permitió continuar esta peculiar técnica con la soldadura. Siendo su maestro un artista polaco llamado Kaminsky, quien le orienta sobre el uso de herramientas de precisión; su asiduidad con él le hace ser conocido como Caninsky. Kaminsky al final se especializó en esculturas de animales de gran tamaño, el otro maestro se enfocó a la abstracción y Cano expresa: “para no competir con ninguno de los dos, me incline por la figura humana”. Así los tres trabajaban con el mismo material, pero de distinta manera.

La obra así es un abanico de historias sorprendentes como cuando cuenta que envió un regalo a la reina Isabel de Inglaterra y al cabo de los días le fue regresada, con una atenta misiva que expresaba que simplemente la reina no acepta regalos de ninguno. Historias de muertos y aparecidos, de limpias, de amistades sinceras que le han acompañado, otras que ya se han ido pero que han dejado huella. La historia del amor por Marthel, amiga, compañera, confidente solidaria siempre.

Uno de los últimos relatos permite vislumbrar la trascendencia de su obra en el arte, es el diálogo con Leopoldo Flores que él recuerda en ocasión del homenaje póstumo que se le hace al Mtro. Flores:…Ese día apoyado en mi brazo y caminando hacia la salida me dijo: Mira Fernando, a ti y a mí nos ve la gente caminando por la calle dirán: ese par de viejitos ya no sirven para nada… Lo que no sabe la gente es que somos unos chingones, cuando tú mueras Fernando nadie hará lo que has hecho y cuando yo muera tampoco nadie pintará lo que yo, vendrán jóvenes productores de arte y posiblemente harán cosas formidables, quizás mejores, pero lo que tú has hecho y lo que yo he hecho. Nadie”.

Felicidades Fernando y que siga tu trabajo engrandeciendo al mundo con imaginación y sensibilidad. Recibe nuestro más sincero reconocimiento por tu obra que trasciende y enaltece al arte universal.



Dr. Roberto Gómez Navarrete con el Mtro. Fernando Cano Cardoso.



El artista con su musa.

El pintor Raul Vieyra Flores, el D. Roberto Gómez Navarrete, el Mtro. organista Víctor Urbán.


La Sra. Conzuelito Millán y el Dr. R. Hugo Gómez Navarrete.
Al final de la presentación de "El carapálida, Historias de un tal Vul-Cano"