El escultor forjador de sueños, quien en estos relatos rememora su infancia con anécdotas plenas de ingenio, con una prosa que combina lo serio con el humor irreverente.
El libro narra las remembranzas de su infancia en el Oro, sus idas de pinta, las cucharadas de caramelo que escamoteaba a las monjas en la escuela y por lo cual recibía castigo. El cambio de residencia a la Ciudad de México donde pronto la familia sufrio penurias pues “el muerto y el arrimado a los tres días apestan”. La convivencia con los niños de su barrio, Fernando conocido como el güero en la colonia Portales demostró sus dotes para el trompo, las canicas, las tapas. Aparecen las anécdotas de los juegos, las coleadas en la escuela; juegos que hoy en día son poco conocidos y menos practicados por la niñez. Su aprendizaje de la plomería, el manejo de las herramientas y el amor por el fuego.
Sus inicios con un maestro escultor, del cual era gato, si bien gato de angora, hasta que adquiere equipo en el Monte de Piedad, lo que le permitió continuar esta peculiar técnica con la soldadura. Siendo su maestro un artista polaco llamado Kaminsky, quien le orienta sobre el uso de herramientas de precisión; su asiduidad con él le hace ser conocido como Caninsky. Kaminsky al final se especializó en esculturas de animales de gran tamaño, el otro maestro se enfocó a la abstracción y Cano expresa: “para no competir con ninguno de los dos, me incline por la figura humana”. Así los tres trabajaban con el mismo material, pero de distinta manera.
La obra así es un abanico de historias sorprendentes como cuando cuenta que envió un regalo a la reina Isabel de Inglaterra y al cabo de los días le fue regresada, con una atenta misiva que expresaba que simplemente la reina no acepta regalos de ninguno. Historias de muertos y aparecidos, de limpias, de amistades sinceras que le han acompañado, otras que ya se han ido pero que han dejado huella. La historia del amor por Marthel, amiga, compañera, confidente solidaria siempre.
Uno de los últimos relatos permite vislumbrar la trascendencia de su obra en el arte, es el diálogo con Leopoldo Flores que él recuerda en ocasión del homenaje póstumo que se le hace al Mtro. Flores:…Ese día apoyado en mi brazo y caminando hacia la salida me dijo: Mira Fernando, a ti y a mí nos ve la gente caminando por la calle dirán: ese par de viejitos ya no sirven para nada… Lo que no sabe la gente es que somos unos chingones, cuando tú mueras Fernando nadie hará lo que has hecho y cuando yo muera tampoco nadie pintará lo que yo, vendrán jóvenes productores de arte y posiblemente harán cosas formidables, quizás mejores, pero lo que tú has hecho y lo que yo he hecho. Nadie”.
Felicidades Fernando y que siga tu trabajo engrandeciendo al mundo con imaginación y sensibilidad. Recibe nuestro más sincero reconocimiento por tu obra que trasciende y enaltece al arte universal.
Dr. Roberto Gómez Navarrete con el Mtro. Fernando Cano Cardoso. |
El artista con su musa. |
El pintor Raul Vieyra Flores, el D. Roberto Gómez Navarrete, el Mtro. organista Víctor Urbán. |
La Sra. Conzuelito Millán y el Dr. R. Hugo Gómez Navarrete. |
Al final de la presentación de "El carapálida, Historias de un tal Vul-Cano" |
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