viernes, 20 de octubre de 2017

Con los desastres ¿Quién gana?



Roberto Gómez Navarrete.
Octubre de 2017.

Después de los huracanes las intensas lluvias, las inundaciones y para rematar la crisis: los sismos… como un colofón de la tragedia que ha llevado a la perdida de hogares y vidas humanas. Surge así la pregunta colectiva: ¿Qué sigue? El cuestionamiento que no resuelven ni los más sabios, donde estará en juego la inmediata reconstrucción de lo perdido, la urgencia de reparar viviendas y calmar las necesidades inmediatas de las víctimas de los desastres naturales. Desde luego también una reconstrucción espiritual de todos aquellos que hoy viven la crisis lamentable de nuestros días.

Los sismos que sacudieron no sólo a la ciudad de México sino a varios estados del país, confirman una vez más la ineptitud de quienes gobiernan; sin embargo, surgió la solidaridad social que unos han llamado “la energía social”, que legitima la movilización a favor de los damnificados al igual que en el terremoto de 1985; que cambió la vida política mexicana.

En esa fecha se evidenció un gobierno incompetente, incapaz de lidiar con la crisis en forma inmediata; ahí surgió la solidaridad, esta como una conciencia ciudadana que surgió avivada por la desconfianza, la nula credibilidad y el desprecio a todos los gobernantes de todos los partidos; condición que éstos se han ganado a pulso, dada su incapacidad para generar sustento y enfrentar con decisión los efectos de los desastres. Su inamovilidad fue evidente en contraparte de la emergente y efectiva movilización social. 

En cuanto a la solidaridad social, ésta no desaparecerá del país de los desastres ni tampoco sus efectos y acciones podrán ser robados en beneficio del gobierno o de los partidos políticos. La solidaridad como o afirman muchos intelectuales Se convierte en el refugio no sólo contra la naturaleza sino también opuesta a las ambiciones de nuestra clase política.

Pasada la primera etapa de las tragedias aparecen las ambiciones de los políticos que buscan con su aparente piedad y misericordia un pedazo de la historicidad, la misma que la sociedad no les concede, ya que su accionar lo condena. Así el mismo gobierno se dispone a administrar las consecuencias ¿De qué manera? Siguiendo la rutina de los intereses y pensando “llevar agua a su molino”, afianzar su poder, aunque eso lo coloque muy distante de la gloria.

La crisis apenas comienza y los desafíos son enormes tanto para el gobierno de la ciudad de México como los gobiernos locales; aunque los desastres naturales pasaron a la historia quedan sus consecuencias y en el contexto de la desgracia surge la guerra política, convertida en bella oportunidad para los falsos salvadores (políticos en general) de la crisis, cuyos designios perversos intentaran ganar adeptos vía el proselitismo electoral, el protagonismo político, la popularidad, un total de ventajas en sus manos para afianzar sus intereses exclusivos. Esperemos que la sociedad en el futuro cercano analice las ofertas y de, la debida respuesta a los que han perdido credibilidad y respeto.

En el consenso de la sociedad organizada estará en el futuro la responsabilidad, de encabezar los cambios beneficiosos. Según la opinión pública existe la esperanza de que la sociedad organizada responda ante las contingencias como así lo ha efectuado ante la tragedia; respondiendo con determinación, claridad y generosidad.

Esa será la ruta para hallar la respuesta ante los abusos del poder y que el encono despierte al México dormido y consecuente. Mediante la razón y el pensamiento se podrá encontrar la ruta de la libertad y hacer realidad la democracia hoy ausente, así la sociedad seguirá siendo el sujeto histórico capaz de hacer realidad la agenda del cambio verdadero que el país necesita.


Presidente fundador del Movimiento Ecologista del Estado de México. A.C.

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