viernes, 20 de octubre de 2017

Los huracanes y los recursos naturales.





Roberto Gómez Navarrete.
Septiembre de 2017.

A ninguna institución encargada del medio ambiente poco o nula preocupación parece causarle los daños ocasionados por las contingencias recientes producidas por los ciclones y/o huracanes, principalmente a los bosques y selvas del país. Y como afirma José Sarukhan, un biólogo eminente y ex rector de la UNAM, “México está pagando la factura por el daño causado a su capital natural”, y es cierto, los ciclones que han azotado los últimos días al país han agredido a los ecosistemas boscosos, marinos y a las poblaciones, causando la merma o disminución de los servicios ambientales que prestan.

Los que fueron bosques y selvas en el pasado, muchos de ellos -sino es que la mayoría- han adolecido de la prevención y conservación de sus ecosistemas. Tanto en los bosques como en las selvas las constantes y abundantes lluvias han causado deslaves, sencillamente porque no existen retenes que produzcan la filtración del agua hacia el mar interior. Este fenómeno por el momento no tiene reversión posible.

¿Existen culpables? Claro que los hay en primer lugar, la irresponsabilidad de la sociedad por no interesarse en el tema y no exigir su derecho a un medio ambiente armónico, limpio y sano. En segundo lugar, las autoridades por haber permitido la deforestación al mayoreo, sin advertir consecuencias mediatas e inmediatas. Cabe afirmar que también el mercado inmobiliario ejerce un papel decisivo, así como la corrupción y complicidad de las autoridades de todo nivel desde ejidatarios con sus líderes deshonestos, los presidentes municipales, y de allí hasta los secretarios de gobierno y gobernadores. Todos arremeten con la materia prima maderable; aunque cunda la erosión y el desierto, y desde este punto, de inmediato las inundaciones de nefastos resultados.

Los daños que seguiremos viendo serán como lo expresa José Sarukhan “una expresión de un problema mundial que consiste en que el beneficio privado domina totalmente sobre el bien social”.

Y es cierto, mientras no se analice el problema de la deforestación masiva que se ejerce sin freno en el país así como replantear un ordenamiento ecológico, un ordenamiento territorial que permita ver lo que tenemos y lo que hemos perdido, para de ahí dar los pasos firmes para atacar el problema en serio- Y desde luego iniciar reforestaciones bien planeadas y con tecnología adecuada; ocupando a los que habitan en los bosques, evitando dejar las tareas de siembra de árboles en manos inexpertas, que han resultado hasta el día de hoy en simulaciones vergonzosas, donde priva la publicidad y el protagonismo.

Sólo de esta manera se podrá algún día llegar a la deforestación cero en el país.

Sin embargo, coincidimos con el biólogo Sarukhán en la imposibilidad del rescate, dada: “la corrupción y la impunidad que tenemos”. Tiene razón al preguntar; ¿Cuándo pararla?... interrogante de difícil respuesta, y en el hecho de que habrá que empezar a aplicar las leyes. Como bien lo dice; “Ya tenemos un Código penal ambiental que debería empezar a instrumentarse realmente”. Sólo falta actuar.

Pues a pesar de que siempre se siembren árboles para no sufrir los perjuicios de los huracanes, deberán pasar algunos años, para evitar el problema de las inundaciones y la degradación de suelos; ya que los árboles no crecen en semanas sino en años.

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