jueves, 2 de octubre de 2014

EL “PACTO POR MÉXICO”.

Roberto Gómez Navarrete.

El 2014 aparece supuestamente como el fenómeno de cambio. Una pausa donde aparecen las realidades, las promesas y los compromisos, un todo de estricto cumplimiento. Según las propuestas, el país renacerá del olvido, del oscurantismo, sepultando las inercias, como a las rémoras a que lo llevaron regímenes sin ideología ni tendencias de crecimiento económico como puntal del desarrollo.
El PRI triunfante, hoy se convierte en el reformador ideal, aceptando las proclamas de su máximo dirigente ya en el poder, él mismo, que sanciona el desprogreso a que lo llevo el régimen sostenido por el Partido Acción Nacional.

Es así como el Pacto por México, adquiere membresía pregonando las iniciativas tendientes a conformar una nueva realidad acerca de la llamada Agenda nacional, incluyendo en ella, derechos y libertades de la sociedad afines a los derechos humanos. Así mismo se puntualiza en el mismo Pacto ideas sustantivas sobre el crecimiento económico, el combate al desempleo, la competitividad  en todos sentidos, la seguridad, la justicia, la transparencia y la rendición de cuentas como el combate a la corrupción. Todo en la complejidad de la gobernabilidad democrática.

Sin embargo, analistas de diversos credos políticos, afirman que al Pacto por México a pesar de sus supuestas veracidad y alegría triunfalista se le oferta el beneficio de la duda, dada la ambigüedad de sus propuestas. Donde no se mencionan “el cómo” llegar a los hechos de lo que se propone.
Por ejemplo, es una realidad que en el país pululan millones de pobres, desempleados y muchos en la marginación social, factores que detonan en la delincuencia por necesidades apremiantes. Cuyas causas radican en el modelo de desarrollo neoliberal simplemente “sostenible” y  lejos la sustentabilidad. La pobreza existente en el campo es un ejemplo de la equivocación del modelo de desarrollo.
Es así que el tema y significado del desarrollo sustentable sigue ausente en las cúpulas del poder en el país, siendo éste, el paradigma de desarrollo juicioso para el siglo XXI y los que vendrán. Ya que representa la reorientación del rumbo del desarrollo capaz de lograr la equidad dentro del seno de los marginados que sufren la pobreza sin esperanza ni redención posible.
¿No obstante qué se puede ofrecer en materia de sustentabilidad donde los recursos naturales se defenestran bajo los lineamientos de una política económica neoliberal, de desarrollo, apartado de la racionalidad ambiental, y guiada fundamentalmente por el libre mercado, que va en camino de la destrucción del capital natural del país?
Es por ello, que la sociedad critica las iniciativas enviadas al Congreso, la que se aparta de lo prioritario como serían las medidas estrictas para la conservación de los ecosistemas los que en el momento actual van en camino de la entropía, (disminución de sus factores energéticos) afectando a la biodiversidad en su conjunto que no es otra cosa que atentar contra la vida del ser humano.
Nada se ha dicho en el Pacto por México acerca del cambio climático que hoy en día se convierte en la crisis global más grave de la historia, tampoco se ha dicho sobre las estrategias para reducir los efectos de los gases de efecto invernadero (GEI), los mismos que están ligados desafortunadamente a las grandes deforestaciones que ocurren sin remedio en nuestro país. Y ni por ocurrencia se ha propuesto que tanto a los bosques como al ataque a la escasez del agua, se destinen subsidios para reorientar la economía de los poseedores de bosques, y que con firmeza se activen los pagos por servicios ambientales como una alternativa de conservación.
De tal forma que el “Pacto por México” debe ser el puntal de iniciativas analizando lo que es positivo y constructivo para el país en materia ecológica y ambiental, no hacerlo así será traicionar no sólo la permanencia de los ecosistemas más bien a la existencia humana.


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