Roberto Gómez Navarrete.
Nuestra referencia este día se concentra en el tema mediático sobre la recategorización por decreto, que cambia el estatus del área natural que con antelación era llamado “Parque Nacional Nevado de Toluca”. Una denominación que si bien lo ubicaba como un capital natural del Valle de Toluca, desafortunadamente debido a múltiples factores depredatorios, ha llegado al punto crítico de sobrevivencia, donde su biodiversidad con sus ecosistemas, son amenazados; considerándose que tanto la restauración ecosistémica del hábitat, de las especies endémicas y todos los recursos renovables y no renovables, es urgente dado el carácter casi irreversible de su degradación.
Aquel Parque Nacional decretado y expropiado como tal en 1936, con una superficie de 51 mil hectáreas, con función conservacionista, dirigida exclusivamente a las actividades turísticas y científicas, adoleció de un sistema jurídico para su protección efectiva; en primer lugar porque el gobierno federal incumplió el compromiso de indemnizar a sus propietarios, en este caso ejidatarios y comuneros. Fue así que en siete décadas dicho Parque Nacional cayó en la anarquía en cuanto a la conservación de sus macizos forestales, y el cambio del uso del suelo se dio sin reten posible.
Además de que estuvo en el olvido de las instancias gubernamentales, las que solemnemente contemplaban el deterioro sin hacer nada para detenerlo. Sin embargo, estas instancias fueron proclives con los proyectos productivos dignificando a la racionalidad económica en la explotación boscosa: por un lado con los empresarios de la madera, mostrando indiferencia sobre la tala hormiga, la agricultura nómada, la erosión evolutiva y protegiendo la tala “legal”, dada por permisos de aprovechamiento, en donde como siempre tendría relevancia el soborno, como la corrupción, de los que se ostentaban como vigilantes y protectores. Actividades donde la sustentabilidad no era percibida, predominando los intereses particulares.
Aún se recuerda la impunidad histórica ejercida por aquella Protectora e Industrializadora de bosques, Protinbos, la que en varias décadas del siglo pasado arrasó con más de 200 mil hectáreas en el Estado de México, incluyendo buena parte del Nevado, y otros parques también denominados Nacionales.
En aquellos años los recursos económicos nunca fueron utilizados en la conservación de los ecosistemas del Estado, el impulso fue dado a la actividad rentable de las industrias, dentro de un desarrollo sostenible, neoliberal, exclusivo, olvidando la sustentabilidad de los recursos naturales.
El Parque Nacional Nevado de Toluca en los noventa, por disposición gubernamental fue catalogado como Área Natural Protegida, cuya protección quedó a cargo de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), dicha protección creció sólo en los escritorios, nunca llegó al Nevado de Toluca.
En aquellos tiempos nunca se pensó en el Nevado de Toluca con sus glaciares y manantiales representaban el máximo tanque de agua tanto para proveer del preciado líquido al Valle de Toluca como a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Así mismo se desestimó su papel como proveedor de agua a las cuencas hidrológicas del Balsas y el Lerma, también su contribución hídrica al sistema Cutzamala. Hoy se afirma que dada la deforestación mayúscula sus manantiales han decrecido en más del 50%.
La escasez de agua ha repuntado ya en el Valle de Toluca, la extracción hídrica no es compatible con la recarga: los hundimientos de se dan en la ciudad de Toluca superan los 10 e incluso en ciertos lugares los 15 centímetros por año. Poco comparables con el Distrito Federal en donde se tiene hundimiento que va delos 25 cms. a los 45 cms. anuales.
Difícilmente en el Estado de México se puede dar el aporte económico que ofrece la ONU para el cambio climático (UNFCCC) ofrecida a los países que prevengan y reduzcan la deforestación, aplicando los programas para disminuir el calentamiento global, disminuyendo los aportes de carbono a la atmósfera. En este caso están los bosques del Nevado que no tienen en la actualidad ninguna capacidad de reciclar los gases de efecto invernadero producidos por la región urbana industrial del valle toluqueño, debido a que la deforestación es progresiva y apunta al desierto.
Con toda su problemática ambiental, el Nevado por decreto se convierte en Área de Protección de Flora y Fauna, según sus creadores la titulan como la “joya geomorfológica del corazón del Estado de México”. Cambia su estatus según disposición gubernamental emitida el 1º. de octubre de 2013. Sin embargo para los investigadores y ambientalistas existen incógnitas acerca de sus planes de manejo:
Primero.- se carece de planes estratégicos para lograrlos en mediano y largo plazo.
Segundo.- Es inentendible lo expresado por la Comisión de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en el sentido de que el nuevo estatus permitirá impulsar un modelo de conservación participativa para reducir los impactos ambientales.
¿De qué participación conservacionista se habla?
Se dice que en la recuperación de las áreas deterioradas (combate a la erosión y a la deforestación) así como las acciones comunitarias se permitirá también aprovechamientos “sustentables” de todos los recursos naturales. La pregunta es: ¿Se permitirán los aprovechamientos forestales, la ganadería extensiva, los cultivos de papa sin tecnología agrícola adecuada, y las reforestaciones empapadas de populismo, en vez de brigadas especializadas en la siembra de árboles?
En cuanto a la producción de agua del Nevado de Toluca, ¿Se rechazaran las iniciativas de privatización del agua?
En el Plan de manejo surgen contradicciones que ameritan un análisis sobre el proyecto y el estatus del Nevado: Por un lado se dice prohibir construcciones, fraccionamientos, pistas de esquí, bungalows, hoteles y campos de golf. Sin embargo, pese a estos lineamientos surge la contradicción “que cualquier otra actividad pública o privada que se pretenda realizar deberá contar en su caso y previamente a su ejecución con la autorización del Impacto Ambiental”, determinación que resulta más de lo mismo. Ya que está demostrado que el impacto ambiental que prohíbe alteraciones al medio ambiente resulta una patraña de Estado, la aprobación del impacto ambiental tiene precio, éste se compra regularmente por los dueños del poder, las influencias y el dinero. Una cooptación que se ha dado en zonas receptivas para el turismo, ejemplo de ello, las playas, selvas, esteros, manglares, etc. en todo el país. En el Estado de México conjuntos habitacionales en el Parque Izta Popo, Valle de Bravo, proyectos urbanísticos que doblan a todos los impactos ambientales, convirtiéndolos en la paradoja de todos los tiempos.
¿Qué se espera de esos proyectos en el Nevado? Cuando se comenta que a particulares se están adueñando de decenas de hectáreas dentro del perímetro del Nevado para fines inmobiliarios?
De tal forma que los cuestionamientos acerca del nuevo estatus del Nevado confunden a la sociedad civil, que desea claridad, transparencia, información precisa acerca del nuevo estatus propuesto. Deseamos claridad de objetivos, sobre su futura planeación que en justicia merecen tanto la biodiversidad como los ecosistemas. Para ello abandonar las fantasías y el romanticismo demostrado por las instancias medioambientales.
El rescate del Nevado urge, por todas las virtudes que ofrece para la vida del ser humano que habita en el Valle de Toluca. Es prioritario y justo iniciar una verdadera cruzada en favor de sus recursos naturales, y que la convocatoria surja armónicamente entre Estado y Sociedad; empero que se tomen en el futuro las decisiones emanadas de la Sociedad Civil, así como desechar para siempre el autoritarismo, y que el pueblo se manifieste en contra de los caprichos e intereses emanados del poder.
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