miércoles, 16 de abril de 2014

Recuperación del Nevado de Toluca, una ilusión más.



Nuevamente se ha suscitado una interesante polémica en torno al Decreto modificatorio del Parque Nacional Nevado de Toluca (Cambio de categorización). El mismo que fuera decretado en la década de 1930 siguiendo la idea del “apóstol del árbol” Don Miguel Ángel de Quevedo y, apoyado por el presidente Lázaro Cárdenas. Un parque que desde sus inicios nació fracturado, debido a que los propietarios de aquella masa forestal nunca fueron indemnizados, lo que impidió cumplir los objetivos de conservación de sus ecosistemas. Fue así que durante años prevaleció la anarquía en cuanto a la tala masiva que afectó seriamente su biodiversidad. Además de la indiferencia oficial que propicio su deterioro con la autorización de permisos de aprovechamiento forestal, y agregada la tala hormiga de los campesinos, por sobrevivencia económica.



Una buena parte del deterioro lo protagonizo la emblemática Protinbos (Protectora e Industrializadora de Bosques), quien durante veinte años cedió a las empresas, el capital natural del Nevado. Una empresa que simuló el compromiso de restauración. Aunado a esto, el hecho de que los verdaderos propietarios sin ninguna técnica de cultivos, deforestaron grandes extensiones cambiando el uso del suelo forestal e ignorando la vocación del mismo. Por lo que hoy abundan los páramos bajo la erosión irreversible, que afecta severamente el acaparamiento de agua pluvial al freático profundo, y como resultado la crisis hídrica presente.
En los años 90 el parque en cuestión fue situado dentro de las Áreas naturales protegidas (ANP), aceptándose jurídicamente como tal dentro de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), esto en el año 2000. Una bella ilusión, la cual no fue escuchada, tampoco creída por los dueños que siguen habitando en los cincuenta núcleos agrarios creados por el Gobierno. Ahí habitan miles de personas que dependen de sus recursos.
Analizando los fines propuestos del primer Decreto de 1936, el Parque Nacional en sus directrices cayó en la contradicción en cuanto a sus fines:  “el Parque Nacional Nevado de Toluca no permitirá asentamientos humanos ni ningún tipo de intervención destructora, excepto formalizar actividades turísticas y de investigación”. Desafortunadamente los hechos se apartaron de lo dicho, ya que jamás se pensó en la conservación de sus ecosistemas y diversidad biológica, tampoco se pensó que el Nevado fuera el mayor tanque de agua del Valle de Toluca y aporte hídrico a las presas del Cutzamala.
Hoy en día bajo un decreto que presume ser benéfico, se asienta una utópica transformación para que este gran macizo forestal de más de 50 mil hectáreas deterioradas se convierta en: un Área exclusiva proteccionista de flora y fauna; modalidad que puede permitir acciones de recuperación de las masas forestales en terrenos que están dedicados a la agricultura y a la ganadería, promoviendo proyectos de manejo sustentable a favor de todos los pobladores. Y aunque en esencia no se define como será ese manejo beneficioso, surge exclusivamente la imaginación, de que se pueda intervenir legalmente en la reversión de las tendencias del deterioro en esta nueva Área natural protegida.
Sin embargo, según la opinión pública este proyecto deberá llevarse a los hechos, a la realidad, en bien de una conservación definitiva. Una restauración que seguramente se logrará en decenas de años y que para ello, primero deberá estar el convencimiento pleno de los dueños del Nevado, lejos de fantasías. Aceptar la voluntad y el cumplimiento de los proyectos ofrecidos para que el mentado desarrollo sustentable se verifique, cuidando la economía de sus pobladores.
La Federación con esta disposición decretada deberá aceptar el reto, el compromiso para fortalecer la protección de todos los ecosistemas existentes, por ser causa de utilidad pública; claro que, para lograrlo no sólo estará el discurso político más bien los recursos económicos posibles para un buen éxito. Ya que sin recursos humanos y presupuestales, todo lo dicho en el mentado decreto pasara como siempre a ser una bella ilusión.
Roberto Gómez Navarrete.
octubre de 2013.

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